miércoles, 17 de agosto de 2011

La Magia de los Elementos

“La Magia no consiste en dominar la Naturaleza a nuestro antojo, cambiando su esencia, sino lograr entrar en armonía con ella para lograr sus beneficios”

 


Desde la aparición del hombre sobre la Tierra siempre trató de saber qué, o quién, producía determinados fenómenos, especialmente aquellos que se originaban en su hábitat y en su entorno, ya sea en la superficie, bajo sus pies o sobre su cabeza. Hasta lograr develar sus secretos, su incomprensión y temor lo llevó a atribuir hechos, como terremotos, maremotos, huracanes o incendios, a la ira de seres sobrenaturales, a los que debería agradar para sobrellevar esas circunstancias. ¡Qué paradójico, atribuir a seres sobrenaturales la ejecución de fenómenos que más tarde descubrirá que son parte de las fuerzas de la Naturaleza y, por lo tanto, naturales!

Y así fue colocando y dando vida a una multitud de espíritus y/o dioses que eran quienes los manejaban a su antojo y según su estado de ánimo. Entonces, cuando el espíritu estaba de buen humor, le dejaba gozar de una suave brisa y cuando la ira lo envolvía, se desataban los huracanes. Ocurriendo lo mismo con las otras fuerzas naturales.

“En la filosofía natural antigua, cada uno de los cuatro principios inmediatos que se consideraban fundamentales en la constitución de los cuerpos, se simbolizaban en la tierra, el agua, el aire y el fuego. Esta concretización se atribuye especialmente a Empedócles, quien sostenía que la variedad de todas las cosas proviene de la combinación de estos elementos que se realiza, según este filósofo, mediante el amor y la discordia, elementos unitivos y disociativos, respectivamente, los cuales hacen posible las diferentes combinaciones”. (Enciclopedia Clarín)

Una vez determinados estos elementos constitutivos y fundamentales: fuego, agua, aire y tierra, ¿qué pudo haber querido el hombre? ¡Obviamente, dominarlos! En un principio, a través de sus creencias, con todo tipo de danzas y conjuros; luego, con el avance de la ciencia, a través de infinidad de acciones que sirvieran para, supuestamente, controlarlos y tratar de manejarlos a su antojo (desviando cauces de ríos, talando árboles en exceso, o tratando de ganarle tierras al mar, por ejemplo). Esto es relativo, porque no hay invento humano que pueda frenar la furia de la Naturaleza.

Es como si la Naturaleza estuviera esperando un mal paso del hombre para demostrarle que no es factible lo que pretende. Es un toma y trae en donde, tarde o temprano, siempre gana la Naturaleza!

En la otra punta, siempre que el hombre entró “en armonía” con ella ha logrado múltiples beneficios: la energía, por ejemplo (hidráulica, eólica, etc.). Y eso formaría parte de la Magia de los Elementos, donde el hombre se ha beneficiado con sus dones. ¡No nos olvidemos que la Magia es considerada la cuna de la Ciencia!

Para P.V.Piobb (en su texto “Formulario de Alta Magia”, editado en 1974) “la Alta Magia descansa sobre el principio de que existen en la naturaleza fuerzas ocultas, a las que denomina fluidos” los que pueden utilizarse de cuatro formas. Para el tema que tratamos, tomaremos las dos primeras:

1 - El hombre actuando sobre sí mismo y
2 - El hombre actuando sobre el mundo exterior a él

El segundo punto ya lo vimos (no sé por qué siempre me encanta hacer las cosas al revés, jaja) así que veremos el primero: cómo puede utilizar los elementos en sí mismo.

Dice Stuart Farrar (“Lo que hacen las brujas” – Martínez Roca / 1977) “Desde el punto de vista del Ocultismo, el hombre es una síntesis de las cuatro esencias elementales y cuanto más equilibrada sea la síntesis, más desarrollado está el individuo. La búsqueda de este equilibrio es el fin esencial del ocultismo, del mago en su templo, del alquimista en su laboratorio y del brujo en el aquelarre”

En diferentes religiones y culturas se considera la existencia de Reinos Intermedios donde moran los espíritus de cada elemento y a los que hay que conseguir agradar para lograr su ayuda.

Estos espíritus son también llamados elementales y se dividen en gnomos, espíritus de la tierra; sílfides: del aire; salamandras: del fuego y ondinas: del agua. También se denominan elementales a los espíritus indefinidos, como ninfas, hadas, faunos y sirenas, entre otras.

Este controvertido mundo de los elementos y sus espíritus, es tratado de diversa forma por los distintos autores que intentan explicar su mundo y lo más adecuado para obtener sus beneficios. La mayor contradicción radica en la forma de tratarlos, quizás por la diferente procedencia de los autores, dado que quien profesa una religión ora, suplica y espera; mientras que quienes practican la magia ordenan y exigen, siendo los dueños de la situación.

Así, mientras Murry Hope, en su lbro “Magia Celta práctica” (EDAF / 1987) cita: "Saber trabajar con los habitantes de los Reinos Intermedios es una obligación para todo el que quiera seguir el camino de la magia celta. (…) Pero hay cuatro puertas y cuatro llaves, e introducir la llave equivocada en la puerta equivocada no solamente resultará improductivo, sino que también puede incomodar a los duendes -cosa que nunca es prudente-”.

El sostiene que el interesado en comunicarse con estos Reinos debe hacer primero una evaluación de si mismo, reconocer sus virtudes y defectos, tratando de superar estos últimos mediante la ayuda de los duendes, y a través del ritual, invitándolos a participar pero nunca mandando ni ordenando.

Eliphas Levi, por su parte, en su “Dogma y ritual de Alta Magia” expresa:
“Para domar y enseñorearse de los espíritus elementales, no hay que abandonarse nunca a los defectos que los caracterizan. Así, nunca un espíritu liviano y caprichoso gobernará a los silfos. Nunca un carácter blando, frío y mudable será amo de las ondinas; la cólera irrita a las salamandras, y la lascivia grosera vuelve a su esclavo juguete de los gnomos. Pero hay que ser rápido y activo como los silfos, flexible y atento a las imágenes como las ondinas, enérgico y fuerte como las salamandras, laborioso y paciente como los gnomos; en una palabra, hay que vencerlos en su fuerza sin dejarse dominar nunca por sus debilidades”.

Por lo demás, queda en cada uno creer o no en estos espíritus elementales. Todo es según el cristal con que se mire y las creencias personales. Hay quienes depositan todo dentro de su persona y hay otros que lo hacen fuera. Es decir, para quienes lo depositan fuera, todo lo que ocurre es producto de la acción de algún espíritu, o entidad, que lo ayuda a realizar alguna actividad (muchas veces colocando también la responsabilidad del acierto o el error en ellos); y para los que lo colocan dentro, son distintas facetas de su personalidad que se pueden corregir con la ejercitación, para poder llevar a cabo lo que se busca.

Algunos psicólogos han encontrado que la tipología psicológica que se le atribuye a los elementos les sirve para comprender algunos rasgos de la personalidad y han llegado a idear un test, denominado “El test de los 4 elementos del comportamiento”.

Este test es simple y fácil de responder, los resultados le dirán a quien lo realice, a que elemento se inclina más su comportamiento. Los elementos son Agua, Aire, Fuego y Tierra. Siguiendo el siguiente link se puede realizar un ensayo.

http://tests.infoartperu.com/es/test_t4elementoscomportamiento.htm

En resumen, de una u otra manera, cada elemento actúa sobre el otro, transformándolo: el fuego consume al agua, pero a su vez el agua lo apaga; el aire aviva el fuego, pero este consume algunos gases que lo componen; el agua moja la tierra, pero esta también la absorbe, etc. Cada uno de ellos actúa sobre el otro para lograr sus beneficios pero también para controlar sus defectos.

Ahora la pregunta sería ¿dónde se encuentra la Magia???


En darnos cuenta qué actitudes de algún elemento son favorables para nosotros y cuáles no, entonces buscaríamos el apoyo de otro elemento para vencer las cosas perjudiciales.

Vamos a lo práctico: Cuando una persona tiene un ataque de furia (fuego) qué se hace? Se le da un baño de agua fría para que se calme, no? (“El agua apaga el fuego”) y, a la inversa, cuando una persona está “sumergida” en sus vaivenes emocionales (agua), la técnica consiste en “sacudirla” con energía (fuego) para que reaccione y no se “ahogue” en su problemática (“El fuego consume al agua”).

Si esta está embebida en problemas de tipo material, sean personales o laborales, qué le decimos: "Salí a tomar un poco de aire, así te despejas!" (“El aire ventila la tierra”), pero cuando alguien está siempre haciendo planes pero no los pone en práctica nunca, qué le decimos?: "Andas volando por las alturas, poné los pies en la tierra!" Y así infinidad de ejemplos.

Estamos tan acostumbrados de buscar “lo difícil” que no vemos la magia cotidiana ni que las tengamos en nuestras narices! Entonces, si queremos lograr que estos elementos nos ayuden en un ritual, primero debemos equilibrarlos en nosotros mismos, así evitaríamos que nos quememos cuando estemos manipulando una vela, estornudemos con un sahumerio, nos ensuciemos las manos o se nos caiga el agua!

Para ver el análisis individual de cada elemento, ingresar en las pestañas correspondientes.



(Extraído de la página Magiciencia. Para mayor desarrollo sobre el tema ingresar en:
La Magia de los elementos de Magiciencia)